
En mi rincón de trabajo, sentada y encarada al monitor presta a escribir… Pero la vista parece tener voluntad propia y se desplaza a través de la ventana abierta, en esta mañana soleada, hasta las ramas del ciruelo en flor.
Un movimiento ha alterado la armonía del entorno.
No es el viento, que está en calma.
Un movimiento ha alterado la armonía del entorno.
No es el viento, que está en calma.
Una rama cimbrea y, como pequeños copos de nieve, algunas flores menudas bailan unos instantes en el aire y se posan después en tierra. Caídas. No hay marcha atrás. La de consecuencias, sin opción a retorno, que provoca el trajinar de un mero pajarillo. Tan frágil y tan poderoso.